Sabemos que buscar ayuda psicológica puede generar muchas dudas. Una de las grandes preguntas es “qué no hacer frente a un psicólogo”. Entender esto es clave para sacarle el máximo provecho a tu proceso. Aquí te ayudamos a comprender de manera simple lo que deberías evitar al asistir a una consulta psicológica, para que tu experiencia sea útil, honesta y efectiva. Recuerda: asistir a terapia es un paso valiente y aquí te acompañamos para hacerlo de la mejor forma posible.
La importancia de saber qué no hacer frente a un psicólogo
Partir un proceso psicológico puede generar nervios, sensación de juicio o dudas sobre cómo comportarse. Es normal no tener claro cuál es la mejor forma de actuar. Sin embargo, conocer lo que no se recomienda hacer al acudir a una sesión psicológica es fundamental para tu avance y bienestar. En este artículo analizamos las conductas y actitudes a evitar para que tu terapia sea lo más provechosa posible.
Evitar la falsedad: ser sincero contigo mismo y con tu terapeuta
En terapia, la sinceridad es la base para trabajar tus pensamientos y emociones. No es útil actuar o mostrar una imagen que no corresponde a tu realidad. Ocultar información importante, minimizar problemas o decir lo que crees que el psicólogo quiere escuchar, sólo retrasa tu propio avance. Si algo te da vergüenza, compártelo igual: el consultorio es un lugar seguro y sin juicio. Si sientes miedo o inseguridad en contar algo, dilo tal cual; muchas veces lo más difícil de contar es justamente lo más sanador. Recuerda: el psicólogo no espera perfección, sino autenticidad.
Aplazar o postergar sin motivo real
Otro error común es empezar a posponer sesiones o evitar entrar en temas incómodos. La postergación en terapia, como en otros aspectos de la vida, suele estar asociada a miedo, dudas, o la autodefensa de no querer enfrentar ciertas situaciones. Sin embargo, postergar solo retrasa tu avance, y no hablar las cosas importantes te quita la posibilidad de trabajar en tus dificultades. Si no estás listo/a, dilo, pero trabaja el motivo: hablar de los propios bloqueos también ayuda a crecer.
No asumir un rol pasivo: la terapia requiere participación activa
La terapia no es una clase donde el profesional te dirá qué hacer mientras tú escuchas pasivamente. Es un proceso activo, donde ambos colaboran. Qué no hacer frente a un psicólogo: no quedarse callado esperando que el psicólogo adivine tus pensamientos, ni esperar soluciones mágicas sin compartir aportes. Expresa dudas, comparte reflexiones y explica tus avances y dificultades. Si algo no tiene sentido o no estás de acuerdo, dilo. La crítica y la honestidad enriquecen el proceso.
Autocensura: no juzgues tus propios pensamientos antes de compartirlos
Muchas personas llegan a consulta pensando que sus problemas “no son tan graves” o sus sentimientos “no son válidos”. Como consecuencia, se restringen de compartir ideas que consideran no importantes, vergonzosas o contradictorias. No te censures innecesariamente. Ningún pensamiento es demasiado extraño o insignificante. Parar este tipo de autocensura ayuda a entender mejor el origen de tus sensaciones y patrones de conducta. El psicólogo está para acompañarte, no para catalogar lo que piensas.
No acudir preparado: aprovechar el tiempo de terapia
Si asistes sin haber pensado en lo que te gustaría trabajar, la sesión puede diluirse. Es útil buscar momentos para reflexionar sobre lo que has experimentado, tus emociones y cambios notables desde la última consulta. Lleva temas, detalles o ejemplos concretos, aunque parezcan pequeños; suelen ser puntos de partida. No tienes que llevar todo clarísimo, pero sí la disposición a explorar juntos. Prepararte brevemente puede ayudarte a ir directo a lo que necesitas.
Evitar caer en la complacencia: no digas “sí” a todo lo que dice el psicólogo
No te sientas obligado/a a estar de acuerdo con cada comentario o interpretación. El proceso debe ser colaborativo y el acuerdo genuino. Si algo no resuena contigo, exprésalo; la terapia no es un examen, y la honestidad te da poder para ajustar los enfoques y construir el mejor camino. Un psicólogo cognitivo, por ejemplo, valora tu postura para saber qué estrategias utilizar y en dónde enfocar los cambios de pensamiento.
No actuar solo para agradar o cumplir expectativas
A veces, podemos sentir la presión de mostrar avances rápidos o caer bien al profesional. Sin embargo, disimular avances o contar lo que el psicólogo quiere escuchar termina siendo un autoengaño. La terapia es tu espacio personal, no necesitas impresionar a nadie. Los cambios se dan a tu ritmo, y el trabajo genuino implica reconocer avances y retrocesos por igual, sin compararte ni competir contigo mismo/a.
No esperar una solución instantánea o formula mágica
Uno de los errores más comunes es esperar resultados inmediatos o pensar que el psicólogo tiene las respuestas definitivas en la primera sesión. El proceso de terapia requiere tiempo y compromiso, y los resultados se construyen poco a poco. Si sientes ansiedad por avanzar rápido, compártelo en sesión. Explorar juntos esos sentimientos puede ayudarte a bajar la autoexigencia y plantear metas más realistas.
Evita el uso de dispositivos o distracciones durante la sesión
Estar pendiente del teléfono, contestar mensajes o ver otra pantalla puede limitar tanto la atención como la conexión emocional en el espacio terapéutico. Dedica el tiempo de la consulta exclusivamente a ti mismo/a. Si tienes emergencias personales y requieres atender el celular, comunícalo abiertamente y acuerda el manejo con tu psicólogo. El espacio terapéutico es más efectivo cuando puedes desconectarte del resto del mundo por unos minutos.
Qué no hacer frente a un psicólogo: ignorar tus emociones físicas
El cuerpo también da señales importantes. Ignorar temblores, sudoración, palpitaciones o silencios incómodos impide ver el panorama completo. Considera que muchas veces lo físico muestra lo que cuesta poner en palabras. Mencionar estos síntomas ayuda a trabajar la ansiedad, frustración o incluso el enojo. Expresa estos malestares en sesión y permítete explorarlos juntos con tu terapeuta.
No preguntar sobre el enfoque de trabajo: conoce a tu terapeuta
Si no entiendes por qué el profesional usa ciertas herramientas o qué se espera de ti, pregunta abiertamente. Cada psicólogo trabaja diferente según su enfoque y si no entiendes el proceso, la dificultad puede aumentar. Conversar sobre la forma de trabajo hace la experiencia más transparente. Elige participar preguntando, sugiriendo y dialogando sobre los métodos para encontrar el ritmo adecuado.
No tomes la terapia como un interrogatorio
El rol del psicólogo no es juzgar ni sacar confesiones. Evita sentir la presión de tener que responder perfecto o buscar el discurso correcto. Puedes tener silencios, decir que no sabes o no recuerdas algo. El ritmo lo marcas tú y está bien si ciertas cosas toman su tiempo en emerger. Si alguna pregunta te incomoda, dilo abiertamente. Estas situaciones forman parte del avance y se pueden trabajar juntos.
No minimices los logros
Restar importancia a lo que has avanzado sólo contribuye a desmotivarte. Aprecia cada paso, por pequeño que sea. La terapia se trata de descubrir y celebrar aspectos propios, aunque sean sutiles; reduce la autocrítica y reconoce tu coraje por acudir a consulta y hablar de ti mismo/a. Si tienes dudas sobre los cambios, pide retroalimentación a tu psicólogo; muchas veces sólo necesitas una mirada externa para ver tu progreso real.
No uses la consulta solamente para “quejarte” sin buscar soluciones
Todos necesitamos desahogarnos, pero para que la terapia sea efectiva el objetivo es generar cambios, no sólo hablar de los problemas. Trata de balancear tu discurso: comparte dificultades, pero también abre espacio para pensar en alternativas o pasos concretos. Pregúntate: ¿qué puedo hacer distinto?, ¿qué pensamientos me ayudan y cuáles me restan? La acción es clave.
No ignores las tareas o ejercicios sugeridos
En muchos enfoques, especialmente en la terapia cognitiva, el profesional propone ejercicios prácticos o tareas para realizar fuera de sesión. Ignorarlas o hacerlas a la rápida suele estancar el proceso. Si las tareas te cuestan, expón tus razones; es mejor ajustar las consignas que avanzar por cumplir. Lleva tus dudas y dificultades a la próxima sesión y trabajen juntos alternativas que te resulten realistas.
Evita comparar tu proceso con el de otras personas
Cada historia personal y avance terapéutico es único. Compararte puede generar frustración y presión innecesaria. En vez de pensar “otros avanzan más rápido”, prioriza medir tu proceso según los cambios que vas notando en ti, aunque sean sutiles. La validación de tu propio ritmo es fundamental.
No ocultes información médica o de consumo de medicamentos
Si bien la consulta es confidencial, es fundamental contar todo antecedente que pueda influir en tu salud mental: enfermedades médicas, tratamientos en curso, consumo de medicamentos o terapias alternativas. El psicólogo necesita esa información para comprender el panorama completo y ajustar el acompañamiento. Omitirla puede dificultar la detección de causas reales del malestar o incluso afectar recomendaciones.
No temas hablar de temas tabú
Muchas personas evitan compartir pensamientos sobre muerte, sexualidad, o consumo de sustancias por miedo al juicio. Pero estos temas son parte de la vida y, en espacio terapéutico, son especialmente relevantes. Si tienes ideas, dudas o miedo de tocar ciertos puntos, dilo abiertamente. No hay temas prohibidos en terapia, y hablarlos puede ofrecer gran alivio y nuevas perspectivas.
No uses la consulta para justificar conductas dañinas
Es distinto entender por qué actuamos de cierta forma, que justificar conductas que sabes que te lastiman o dañan a otros. Usa el espacio para descubrir causas y cambiar patrones, no para autoexcusarte. El primer paso para el cambio es reconocer el efecto real de tus pensamientos y acciones, sin evasiones.
No te centres solo en problemas: valora logros y aspectos positivos
Hablar solo de lo negativo impide ver el panorama completo. En cada sesión dedica algunos minutos a repasar lo que funciona, tus fortalezas, avances o recursos personales. Esto te ayuda a tener un enfoque más equilibrado y potenciar la motivación. El psicólogo puede guiarte a reforzar estos aspectos con ejercicios prácticos.
No uses a tu psicólogo como mediador externo o “mensajero”
La consulta es tu espacio personal y el objetivo es que ganes independencia emocional. No es recomendable utilizar al psicólogo para llevar o traer mensajes entre familiares o resolver situaciones ajenas sin procesarlas primero contigo mismo/a. La clave es que trabajes en tus propias herramientas para comunicar y resolver tus relaciones por ti mismo/a.
No temas pedir ayuda adicional
Si tu malestar es intenso, si tienes pensamientos de autolesión o suicidio, no lo enfrentes solo/a. Hazlo saber a tu psicólogo y busca apoyo inmediato, ya sea familiar, de amigos o redes de emergencia. Tu salud es primero y pedir ayuda es un acto de valentía y responsabilidad.
Pon en práctica lo conversado en sesión
Finalmente, recuerda que la terapia no termina en la consulta. Los cambios se consolidan al aplicar lo trabajado fuera de sesión, en tu día a día. Guarda registro de tus avances, reflexiona sobre lo aprendido e intenta usar nuevas estrategias en contextos reales. Pide a tu psicólogo ejercicios específicos si lo necesitas: el trabajo constante te dará mejores resultados.
Recomendaciones finales: cómo sacar el mejor provecho al espacio terapéutico
- Sé honesto/a y sincero/a contigo mismo/a y con tu psicólogo.
- Participa activamente: pregunta, comparte, sugiere y evalúa lo trabajado.
- No te autoexijas avanzar rápido ni te compares; cada proceso es único y válido.
- Expón todo lo que te cause dudas o incomodidad.
- Aplica las herramientas vistas fuera de sesión y conversa sobre tus avances.
- Recuerda que el psicólogo es un acompañante en tu propio proceso de cambio.
En resumen, si te preguntas qué no hacer frente a un psicólogo, la respuesta se centra en evitar la incongruencia, la pasividad y la autodefensa. Anímate a usar este espacio de manera honesta, práctica y activa; es la mejor forma de avanzar realmente en tu bienestar.
Y si necesitas apoyo profesional para iniciar o continuar este camino, recuerda que en API Chile estamos para escucharte y acompañarte. Contáctanos por WhatsApp o agenda tu sesión aquí. ¡Tu salud mental merece el mejor cuidado!

















