Apego: el vínculo emocional más importante en la infancia

Apego: el vínculo emocional más importante en la infancia

¿Qué es el apego?

Como mencioné en la entrada Parentalidad positiva: la esperanza de la crianza respetuosa, el apego es un vínculo afectivo que se crea desde los primeros momentos de vida entre el cuidador y el recién nacido. Podemos agregar a esta definición que es la relación afectiva más íntima, profunda e importante que establecemos los seres humanos. Este apego afectivo se caracteriza por ser una relación que es duradera en el tiempo, suele ser estable, relativamente consistente, y es permanente durante la mayor parte de la vida de una persona. Si bien es muy común relacionar este vínculo con la madre, también puede extenderse al padre o algún cuidador del recién nacido cuando los progenitores no son capaces de hacerse cargo por alguna situación, siendo esta persona quien se configura como el primer adulto significativo en la vida del bebé. 

Este lazo emocional, que se desarrolla durante los primeros meses de vida tiene también un propósito, garantizar un óptimo desarrollo socioemocional y la protección integral, de esta forma, el adulto cuidador comienza a cumplir un rol sustancial en la vida del bebé ya que a través de las interacciones que mantendrán en el día a día, el infante irá conociendo el mundo y cómo relacionarse con este. Un apego seguro proporciona seguridad al infante al explorar el mundo ya que el niño sabe que alguien acudirá a él y lo protegerá de ser necesario. Ahora bien, cuando el bebé o niño no tiene certeza de que existe algún adulto que vele por él, comienza a acercarse al mundo a través del miedo y la inseguridad.

Estilos de apego

Los estilos de apego son formas de interacción con los demás basadas en las expectativas del niño acerca de la disponibilidad afectiva de sus cuidadores.

Existen 4 estilos de apego:

Apego seguro:

Se da cuando el niño siente la incondicionalidad por parte de sus cuidadores y tiene la certeza de que no van a fallarle. El cuidador proporciona seguridad y se preocupa de establecer comunicación y contacto con el niño.

Apego evitativo

Los cuidadores no proporcionan la seguridad suficiente para el niño haciendo que este desarrolle una autosuficiencia compulsiva y un distanciamiento emocional de los mismos. Esta conducta puede llegar a confundirse con la seguridad, pero en realidad, provoca un gran sufrimiento al niño

Apego ansioso/ambivalente

El niño no confía en sus cuidadores y crece con una sensación de incertidumbre e inseguridad, debido a la inconstancia, inconsistencia y ambivalencia en sus cuidados. Los niños tienden a presentar miedo y gran angustia ante las separaciones, necesitan la aprobación de los cuidadores y vigilan de manera permanente que no les abandonen.

Apego desorganizado:

Es causado por una conducta insegura o negligente de los cuidadores. El niño presenta comportamientos inadecuados y contradictorios, no confía en su cuidador e incluso puede llegar a sentir miedo hacia él. Son niños inseguros con tendencia a reacciones impulsivas o explosivas y con mala gestión de sus emociones.

Como se ve, cada uno de estos estilos de apego tiene sus consecuencias en el desarrollo de los niños, cómo interpretan el mundo, cómo se relacionan con otros y cómo se va conformando su personalidad, por lo que es importante reconocer la forma en que me relaciono con mi hijo y reflexionar en torno a las expectativas que tengo en cuanto a su crecimiento y desarrollo y lo que quiero para su futuro. 

En este punto surge la pregunta ¿podemos cambiar nuestro estilo de apego? La respuesta es sí, el apego no es inmutable, podemos aprender nuevas formas de relacionarnos con nuestros niños y niñas y estrategias que ayuden en la crianza, lo importante al hacerse esta pregunta es reconocer y aprender de los errores y buscar formas de enmendarlos.

Mitos sobre el apego

Me imagino que muchos de nosotros/as hemos escuchado algunas frases referente al cuidado de bebés, niños y niñas, en donde se nos ha solicitado que no tengamos ciertas conductas con ellos por que los malcriamos, por ejemplo, “no lo tomes en brazos porque se mal acostumbra”, “no lo consientas en todo porque se mal criará”, “los bebés o los niños/as tienen que aprender a ser independientes desde temprana edad (dormir solos, jugar solos, etc.)”, “cuando un bebé o niño hace una pataleta se la debe ignorar” o la más común “déjalo/a llorar, ya se le pasará”. 

Ahora, realicemos el siguiente ejercicio: imaginemos que estamos tristes y le pedimos un abrazo a nuestra madre, padre, hermano/a, a nuestra pareja o un amigo/a y nos dicen que no; pensemos en que tenemos que hacernos un examen de salud importante mañana y le pedimos a alguien importante que nos acompañe y nos dice “no, ya estas grandes, puedes ir solo/a”; pensemos en que estamos frustrados o enojados por una discusión reciente ( o un malentendido) con alguien cercano y en vez de hablar las cosas se va; o pensemos en que estamos llorando y todas aquellas personas que son importantes para nosotros nos ven y nos ignoran… Pensemos en cómo me sentiría si me negaran el apoyo o la contención en estos momentos. 

Pensemos ahora en estos mitos de la crianza, pero no desde una perspectiva adulto-centrista, sino desde el punto de vista de un niño/a y respondamos ¿cómo me sentiría si mi mamá o mi papá me ve llorar y me ignora? ¿cómo me sentiría si le pido un abrazo a mi mamá y me lo niega? 

Podría detenerme a hablar sobre cada una de las frases anteriores pero dejemos estos mitos con una pregunta de reflexión ¿es malcriar o es contener?

¿Cómo fomentar un apego seguro?

No es solo un momento el que va generando este vínculo, es la forma en que atendemos a las necesidades, cuando les entregamos contención, cuando interactuamos con nuestros hijos, es el conjunto de estos momentos lo que va generando este vínculo y, muy particularmente, la forma en que contenemos y respondemos a los momentos estresantes y necesidades que pudiera estar experimentando.

La habilidades más reconocidas cuando se habla de fomentar un apego seguro son:

  • Atención: atender, contactarse afectivamente y comprometerse con el desarrollo del niño/a
  • Mentalización: esto se refiere a la habilidad de saber empatizar y comprender lo que le está ocurriendo a un niño, especialmente en momentos de stress, hacer el esfuerzo por comprender qué está tratando de expresar un niño con su malestar.
  • Auto-mentalización: entender qué le pasa a uno como padre y madre cuando los niños/as expresan cosas negativas
  • Regulación: acciones para ayudar al niño a desarrollarse y calmarse

Pautas recomendadas a los cuidadores para fomentar un apego seguro con sus hijos:

  • Posibilitar un entorno seguro y predictibilidad del ambiente para el niño/a.
  • Responder y contener de manera sensible y rápida a las necesidades del niño/a.
  • Generar y mantener una comunicación efectiva y cariñosa con el niño/a.
  • Fomentar la exploración y la autonomía progresiva.
  • No ignorar o minimizar las emociones del niño.
  • Evitar el castigo físico o emocional y no condicionar el cariño a conductas esperadas.
  • No ser sobreprotector ya que limita el desarrollo de la autonomía y la confianza del niño.
  • Evitar la inconsistencia y la falta de confiabilidad, es importante ser coherentes en nuestras acciones y palabras, cumplir con las promesas y demostrar confiabilidad.

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