Hola, primero que todo quiero agradecerte por compartir tu experiencia de forma tan honesta. Lo que estás viviendo es más común de lo que parece, y es muy valiente de tu parte buscar ayuda con claridad y ganas de encontrar soluciones prácticas. La somatización puede sentirse como una especie de trampa: uno sabe que algo no anda bien, siente el cuerpo agotado o tenso, pero los exámenes no muestran nada concluyente, lo que puede aumentar la ansiedad y agravar los síntomas físicos.
A nivel terapéutico, cuando llegan personas con síntomas como los tuyos, lo primero que hacemos es entender el contexto emocional en el que surgen. Generalmente hay una acumulación de tensión emocional, muchas veces derivada de exigencias personales altas, un ritmo de vida muy acelerado o situaciones que no hemos podido procesar del todo. Algo que ayuda en el corto plazo es aprender algunas técnicas de regulación emocional, como respiración consciente o mindfulness centrado en el cuerpo, que no resuelven todo de inmediato, pero sí pueden frenar la intensidad del síntoma cuando aparece. También animamos a poner atención a las emociones que se están evitando o suprimiendo en el día a día.
Si bien hay herramientas que puedes empezar a aplicar por tu cuenta, como llevar un registro emocional diario, practicar relajación muscular progresiva o ajustar tus rutinas de descanso, te recomendaría no posponer el inicio de una terapia psicológica. Muchas veces, cuando lo trabajas solo, logras ciertos progresos pero es más fácil tropezar con los mismos patrones sin darte cuenta. Un/a terapeuta puede ayudarte a identificar de forma más clara qué está manteniendo esos síntomas, y ofrecerte estrategias realmente adaptadas a tu caso. No tiene que ser una terapia eterna, pero sí al menos unos encuentros para trazar un camino. Y créeme, hay muchas personas que logran mejorar su calidad de vida cuando se atreven a abordarlo desde un espacio terapéutico. Ánimo, estás en el camino correcto al buscar apoyo y hacerte preguntas como estas.