Parentalidad positiva: la esperanza de la crianza respetuosa

Parentalidad positiva: una nueva mirada para la crianza

Cuando hablamos de crianza, hay distintos conceptos que toman relevancia: derechos, bienestar infantil, crianza respetuosa, vínculo, apego, entre muchos otros, en los cuales toman un rol protagónico y fundamental los adultos cuidadores. Es impensable concebir la crianza sin esta figura significativa que acompaña y guía el desarrollo de las infancias. Muy al contrario de lo que se piensa, la parentalidad no tiene que ver netamente con el cuidado que entregan los padres, en este proceso están implicados todos los adultos que forman parte de la vida del niño y se relacionan con él. Dicho esto, en el blog de este mes, estaremos revisando este nuevo enfoque, definiciones, implicancias y algunas orientaciones generales por si observas dificultades en la crianza.

¿Qué es la parentalidad positiva?

Es un enfoque de crianza que se basa en la relación interpersonal que establecemos y desarrollamos con nuestros hijos, fundamentada principalmente en el buen trato. La parentalidad positiva se caracteriza por fomentar el respeto mutuo entre el niño y el adulto cuidador, promover la comunicación efectiva, un entorno seguro y afectuoso, libre de todo tipo de violencia y en consonancia con los derechos de los niños.

Lo anterior es un tema de debate constante dado que se suele confundir lo permisivo con el buen trato, por lo que más adelante haremos una breve parada para puntualizar este tema.

Principios de la parentalidad positiva

Desde el servicio nacional de drogas y alcohol (SENDA), proponen 5 principios en los cuales la parentalidad positiva está fundamentada:

  • Respeto: Por el niño o la niña, por sus opiniones y emociones. Los niños están en una etapa diferente de la vida que nosotros y, por tanto, sienten y viven las cosas de manera distinta. Cuando respetamos a los niños y niñas, también estamos comunicándoles el mensaje de que así nos deben tratar a nosotros y al resto de las personas.
  • Apego: la calidad y calidez afectiva con la que nos relacionamos con los niños y niñas. Es construir relaciones basadas en la confianza y la seguridad.
  • Disciplina positiva: Quiere decir establecer claramente normas y límites. Explicar a los niños y niñas sobre las normas que establecemos, poner límites sin dañar física o emocionalmente a los niños. Requiere constancia y consistencia.

     

  • Proactividad parental: Tiene que ver con estar permanentemente aprendiendo sobre la crianza y ser activos en cómo vamos conociendo a nuestros hijos e hijas, para poder adaptarnos a sus necesidades. Conocer las emociones que están detrás de una conducta es muy importante.

     

  • Liderazgo empático: Tiene que ver que los adultos tenemos un rol de guías en la vida de nuestros hijos. Por esto, necesitamos estar atentos a sus emociones y procurar que se sientan entendidos y escuchados.

Papel de la crianza respetuosa

Como se mencionó anteriormente, no podemos hablar de parentalidad positiva sin hablar de crianza respetuosa y positiva, las cuales son estilos de crianza que tienen como objetivo promover el respeto en la interacción y el trato que entregan los padres al ejercer su rol, desde un abordaje afectuoso y sensible.

La crianza respetuosa promueve la idea de que los niños son sujetos de derecho con necesidades y sentimientos propios, posibilitando un avance en la comprensión de las infancias pasando desde una perspectiva adulto-centrista hacia una más comprensiva y respetuosa.

En este punto es importante resaltar que la crianza no es un proceso fácil, es complejo y difícil, los padres se ven expuestos constantemente al señalamiento y prejuicio de otros adultos, por lo que constantemente están dudando de la forma en que llevan la crianza, sintiéndose juzgados y culpables cuando les señalan o se dan cuenta de algún error que cometieron. El proceso de crianza suele generar bastante culpa cuando reflexionamos sobre cómo estamos llevando el rol ¿lo estaré haciendo bien? ¿tal vez no debí castigarlo/a? ¿tal vez estoy exagerando? esas y muchas otras preguntas surgen en algún punto durante la interacción y el trato con niños, niñas y adolescentes (NNA) y a veces posibilita el espacio para pensar, aunque sea un instante no soy buena mamá/papá.

Me tomaré la palabra unos momentos para decir: mamás, papás y todas aquellas personas que ejercen algún rol de cuidado, no seas duro contigo mismo/a. La crianza no viene con un manual de instrucciones, nadie es una mamá o un papá perfecto, somos humanos y como tal cometemos errores, lo importante en este punto es reconocerlo, mejorar y aprender del error. Se compasivo/a contigo y date un abrazo porque la crianza es difícil. 

Ahora, dicho lo anterior, quisiera que hablemos muy brevemente sobre algunas temáticas importantes en el proceso de crianza que son indicadores claves para posibilitar y promover una parentalidad positiva y crianza respetuosa.

Aspectos a considerar para una Parentalidad Positiva

Apego

Dentro de los conceptos que no podemos dejar de mencionar cuando hablamos de parentalidad positiva se encuentra el Apego. Tal vez algunas/os de ustedes lo habrán escuchado al conversar con otras madres o padres, en alguna charla, en el hospital u tal vez no, por ello, quisiera que recuerden el significado: Es un vínculo afectivo que se crea desde los primeros momentos de vida entre el cuidador y el recién nacido. 

No es solo un momento el que va generando este vínculo, son muchas situaciones, es la forma en que respondemos a las necesidades, la forma en que contenemos, como interactuamos con nuestros NNA lo que va generando este vínculo y muy particularmente la forma en que contenemos y respondemos a los momentos estresantes y necesidades que pudiera estar experimentando: 

Por ejemplo, salir de paseo, ir a tomar un helado juntos o conversar sobre cómo les fue en una salida con sus amigos ayuda a mejorar el vínculo e interacción porque comparten momentos agradables. Por otra parte, otros momentos importantes que ayudan a fortalecer el vínculo y el apego es la contención, la validación y la disponibilidad emocional que les mostramos cuando ocurren eventos desagradables: si nuestro adolescente nos cuenta que se sacó una mala nota por no estudiar y nosotros los criticamos duramente y les llamamos la atención, probablemente no vuelvan a contarnos que les fue mal, por el contrario si les preguntamos cómo se sienten, si pasó algo que no les permitió estudiar, si nos damos el tiempo de validar esos sentimientos que nacen por esta mala nota, podemos comprender de mejor forma el mundo interno de nuestros hijos y poder orientar y entregar la ayuda que ellos necesitan en el momento, luego podemos buscar una forma de reforzar la importancia de estudiar y cumplir con las responsabilidades que cada uno tiene.

Para finalizar, mencionar que si bien existen distintos tipos de apego, como estamos haciendo una revisión del concepto no abordaremos estas formas de vínculo por el momento.

Crianza y crianza respetuosa

Es el conjunto de prácticas de cuidado, protección, formación y guía que ayudan al desarrollo, bienestar y crecimiento saludable y armonioso de las niñas, niños y adolescentes. Una crianza respetuosa necesariamente implica:

  • Una crianza libre de cualquier tipo de violencias.
  • La diversidad, la libertad y la autonomía: las muchas maneras de ser niño y niña son válidas y justas.
  • La crianza compartida, en la que madres, padres y otras personas cuidadoras, son igualmente responsables de la educación.
  • El respeto de los derechos de NNAJ, en el proceso de su crianza.
  • La afectividad consciente: educar desde el afecto y que perciban el cariño.

Al igual que con el apego, existen distintos estilos de crianza sobre los cuales no me explayaré dado que no es el objetivo principal que pretendo abordar.

Normas y límites

Cuando hablamos de normas y límites, el primer concepto que surge es el de disciplina, el cual es enseñar. La disciplina no es castigo, sino que consiste en entregar directrices y apoyo a los NNA para que puedan comportarse o actuar de manera acorde al contexto y valores familiares. Cuando hablamos de disciplina positiva hablamos de enseñanza basada en la comunicación, el afecto y el respeto, y por sobre todo, tener en consideración las etapas del desarrollo del NNA y su forma de comportarse para establecer guías, normas y límites de forma afectuosa y firme, siendo excluidos el control excesivo y la permisividad.

En este punto me detendré brevemente para retomar algo que dije en el inicio: normalmente suele confundirse el buen trato con lo permisivo. Cuando digo esto me refiero a que es muy común escuchar que si no somos estrictos nuestros hijos/as estos no serán “personas de bien”. Por ello, es relevante que tengamos en cuenta lo siguiente: el buen trato no es ser liberal, no es ser permisivo, no es ser descuidado o despreocupado, el buen trato es explicar y enseñar con amor y respetar al otro. No estoy diciendo que no se deba corregir a los niños o que se les deje hacer lo que quieran, sino que cuando realicemos esta acción sea de manera sensible y afectuosa. 

Desafíos para ejercer una parentalidad positiva

La sociedad, nosotros mismos, otros padres, la familia, el trabajo, el estrés, el colegio, el cansancio. Podría continuar enumerando muchos factores que inciden hoy en día la parentalidad pero hablemos de dos componentes importantes: la autorregulación y la tolerancia a la frustración. La frustración es una respuesta emocional muy común cuando no logramos lo que deseamos, ello incluye a NNA y adultos.

La clave para poder trabajar la frustración es la regulación y autorregulación emocional, en pocas palabras, la capacidad para manejar las emociones, sentimientos, pensamientos y acciones de forma adaptativa. Si como adultos no logramos la autorregulación, difícilmente podremos ayudar a nuestros hijos/as a hacerlo, dado que nosotros somos los modelos de los cuales aprenden. Entonces surge la pregunta ¿cómo me regulo? No es un tema que se deba abordar superficialmente, pero aquí unos consejos para dar el paso inicial:

  • Reconocer mis emociones e identificarlas / Ayudar a mi hijo/a a identificar sus emociones, nombrarlas y reconocerlas. IMPORTANTE: no juzgar las emociones
  • Reconocer las señales físicas que me produce / Ayudar a mi hijo a reconocer lo que pasa en su cuerpo cuando siente esta emoción
  • Mantener la atención en el presente
  • Realizar ejercicios de respiración y relajación / Ayudar a mi hijo a realizar ejercicios de relajación

Por último, recordar que todas las infancias y las crianzas son distintas, incluso entre nuestros hijos, por lo que puede resultar difícil, así que recuerda tener paciencia y respirar.

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