Podemos comprender en términos sencillos que el procrastinar, significa aplazar aquellas actividades que podemos realizar en el momento. Esta constante postergación de lo que se suele planificar en el instante, sin darnos cuenta puede ir generando paulatinamente, estrés, ansiedad y una sensación de culpa que puede llegar hasta en autocríticas que debilitan nuestro Yo. Respecto a sus consecuencias, estas pueden ser graves a nivel psíquico dado que la cronicidad de este fenómeno psicológico interfiere en el bienestar emocional de cada persona, afectando sus relaciones interpersonales y su rendimiento ya sea en el ámbito social, profesional y laboral.
Entonces ¿Qué es Procrastinar?
Se trata de un hábito que consiste en posponer tareas, compromisos y responsabilidades ya sea en el contexto personal como también laboral. Este fenómeno a menudo se asocia con temores, lo que implica una falta de productividad, eficiencia y la toma de decisiones en el momento, como también, la presencia de ideas preconcebidas que constantemente se centran en el mañana y en la perfección de estos propósitos para no sentir un rechazo o la reprobación. Algunas de sus causas
Miedo al fracaso: Una de las razones principales por las que las personas procrastinan es el temor a no cumplir con las expectativas, ya sean propias o de otros. Perfeccionismo: Esta inferencia también puede llevar a la procrastinación, quienes son perfeccionistas temen no ser capaces de completar una tarea como tal y ante esto, la prefieren postergar o evitar. Baja Autoestima: La falta de confianza en las propias capacidades y el no tomar decisiones, puede hacer que una persona dude de su habilidad para completar una tarea, lo que a su vez puede ir incrementando este estado psicológico.
Consecuencias
Como se mencionó al inicio de este artículo, la cronicidad de esta alteración psicológica puede significar en: Estrés y Ansiedad: El aplazamiento constante de tareas genera un ciclo de estrés y ansiedad, ya que las responsabilidades se acumulan y las fechas se aproximan. Depresión: La frustración y la culpa se podrían cronificar, significando un alto riesgo en padecer este estado psicológico. Bajo Rendimiento: El procrastinar conduce a un bajo rendimiento tanto en lo personal, social y laboral, dado que el realizar las actividades a última hora, suelen ser de menor calidad. Algunas estrategias claves
La Terapia Cognitivo-Conductual es efectiva para abordar este fenómeno , dado que esta herramienta psicológica, promueve el ir modificando los patrones de pensamientos y comportamientos persistentes . Esta terapia ayuda a identificar y desafiar las creencias irracionales que conducen a la procrastinación y a desarrollar estrategias de afrontamiento más efectivas. Mindfulness y Meditación: Estas prácticas pueden ayudar a reducir los síntomas del estrés y la ansiedad fomentando un estilo de vida más saludable. Listas de Tareas y Prioridades: Crear listas de tareas y priorizar las actividades según su importancia y urgencia puede ayudar a mantenerse enfocado y organizado. Un entorno Ordenado: Mantener un espacio de trabajo limpio y ordenado puede aumentar la productividad y reducir la procrastinación.
Conclusión
Como se analizó anteriormente, el procrastinar puede afectar de forma muy negativa el bienestar emocional de las personas, interfiriendo en su vitalidad y de paso, con sus relaciones familiares, sociales y laborales. Por tal razón, es muy importante señalar que, al identificar estos síntomas se solicite apoyo y orientación psicológica para su intervención, dado que en la práctica, estas terapias que van en paralelo con actividades recreativas y de ocio fomentan un buen estilo de vida que permite paulatinamente, incrementar la autoconfianza, la autoestima y la capacidad de tomar decisiones y realizar acciones en el momento con total seguridad.