Hola, gracias por tu pregunta tan bien planteada y reflexiva. Cuando nos enfrentamos a un Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) que no responde adecuadamente a los enfoques de primera línea como la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC), los ISRS o estrategias clásicas de regulación emocional, es importante abrir el espectro terapéutico y considerar tanto intervenciones de tercera ola como abordajes integradores. En la práctica clínica, he visto buenos resultados al combinar Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) con estrategias basadas en mindfulness y, en ciertos casos, con EMDR especialmente si hay indicios de experiencias adversas tempranas o patrones de afrontamiento desregulados. Estas aproximaciones permiten trabajar con la experiencia interna de una manera más flexible y con menos lucha, algo que muchas veces encaja mejor con pacientes que han peleado durante años con la ansiedad.
Respecto a diferenciar si el TAG es una condición primaria o parte de un cuadro más amplio, tiendo a observar con mucho detalle el curso del trastorno, los estilos de personalidad y la funcionalidad general del paciente. Si hay una tendencia crónica al perfeccionismo, hipervigilancia interpersonal o miedo al rechazo, por ejemplo, puede estar hablándose más de un trastorno de personalidad evitativo u otros rasgos ansiosos más estructurales. También es importante explorar el contexto de inicio y si la ansiedad ha sido una constante desde edades muy tempranas, lo que podría indicar una vulnerabilidad temperamental. Estas distinciones no son rígidas, pero sí marcan diferencia al momento de definir objetivos terapéuticos más realistas y sostenibles en el tiempo.
En definitiva, combinar evidencia científica con una mirada personalizada y compasiva puede abrir nuevas puertas en casos complejos. Te animo a seguir explorando opciones con tu terapeuta desde esta perspectiva más flexible y amplia.