Hola, gracias por compartir tu situación de manera tan honesta. Lo que describes es muy común en las relaciones de pareja a largo plazo, especialmente cuando comienzan a convivir. Las rutinas del hogar, las diferencias en estilos de vida y la manera de abordar las responsabilidades pueden ir generando pequeñas fricciones que, si no se abordan de fondo, tienden a repetirse. Es completamente normal que, con el paso del tiempo, situaciones que antes pasaban desapercibidas empiecen a molestar más. No es señal de que algo anda mal necesariamente, sino que quizás hace falta ajustar ciertas dinámicas para que ambos se sientan escuchados y valorados.
Una clave importante es revisar cómo están comunicándose. Muchas veces no es tanto el problema en sí, sino cómo lo hablamos, cómo pedimos lo que necesitamos y cómo reaccionamos al otro. Intenten conversar en momentos tranquilos, cuando no estén enojados, y hablen desde lo que sienten y lo que necesitan, no desde lo que el otro no hace. Frases como «me siento abrumada cuando tengo que encargarme sola de la limpieza» suelen ser mejor recibidas que “nunca haces nada en la casa”, por ejemplo. La intención es construir puentes, no trinchera. También sirve mucho establecer acuerdos claros y realistas sobre las tareas, ajustarlos cuando sea necesario, y reconocer el esfuerzo mutuo.
Y sí, acudir a terapia de pareja puede ser una muy buena decisión, no es necesario esperar a que la situación esté al límite. A veces, la mirada de un tercero puede ayudar a ver patrones que desde dentro de la relación no se ven tan fácilmente y entregar herramientas concretas para comunicarse mejor. Lo importante es que ambos estén dispuestos a trabajar por la relación y eso ya lo están demostrando al buscar ayuda y querer mejorar. Mucho ánimo, lo que les pasa tiene solución y con el compromiso de ambos pueden salir fortalecidos de esto.