Gracias por compartir lo que estás sintiendo. Lo primero que quiero decirte es que no estás solo: muchas personas están lidiando con esa tensión entre querer ser más productivos y la necesidad de cuidar su bienestar emocional. Es completamente válido sentirte frustrado cuando sientes que te esfuerzas mucho pero no ves los resultados que esperas. Y es muy valioso que ya estés considerando el impacto que esto puede tener en tu salud mental, porque ese es un gran paso hacia el equilibrio que buscas.
Una estrategia que puede ayudarte es comenzar a redefinir lo que entiendes por productividad. A veces, medirla solo por la cantidad de tareas completadas al día puede ser una trampa, sobre todo si no estamos considerando nuestros niveles de energía, el descanso necesario, o si realmente esas tareas eran las más importantes. En este sentido, priorizar lo esencial y aprender a decir que no a ciertas exigencias puede marcar una gran diferencia. También es importante darte espacios de pausas conscientes: momentos reales y sin culpa para desconectarte, respirar, y reconectar contigo mismo. A largo plazo, ese autocuidado no solo mejora tu bienestar, sino que también potencia tu capacidad para enfocarte y rendir con mayor claridad y eficacia.
Por último, intenta observarte con más compasión. No somos máquinas de hacer cosas; somos personas con emociones, límites y ritmos. Ajustar tus expectativas y aprender a reconocer lo que sí logras cada día, por pequeño que parezca, puede ayudarte a soltar esa presión constante y construir una relación más amable contigo y con tus metas.