Hola, quisiera hacer una consulta dirigida a psicoanalistas clínicos, preferentemente con formación en la tradición freudiana o lacaniana, aunque valoro también perspectivas postkleinianas o intersubjetivas. Me encuentro actualmente en análisis, y algo que me viene resonando de forma insistente es cómo se juega la transferencia, no tanto en los términos clásicos de repetición de prototipos pulsionales inconscientes, sino en su dimensión estructural dentro del dispositivo analítico mismo.
He notado que a medida que avanza mi análisis, ciertas modulaciones de mi identificación con el analista parecen desatar movimientos en serie difíciles de nominalizar, y me cuestiono si el encuadre clásico sigue siendo suficiente frente a las lógicas flotantes del deseo en la hipermodernidad. También me preocupa cómo ciertos analistas, quizás por formación o por estilo interventivo, tienden a intervenir demasiado interpretativamente, lo que en mi caso activa una sobreinterpretación ansiosa que complica más que ayuda. ¿Cómo discernir entre una resistencia frente al saber del analista y una reacción legítima frente a una sobredeterminación externa?
Vinculado a esto, ¿qué piensan sobre el lugar actual de la neutralidad analítica? ¿Tiene aún sentido sostener una posición de «gran Otro mudo» en una época de saturación de discursos y de intensa demanda de posicionamientos subjetivos por parte de los pacientes? Me cuestiono incluso si lo que Freud situaba como transferencia positiva se juega hoy más como una demanda neurótica de saber absoluto más que como un espacio de simbolización.
En resumen: ¿cómo actualizan ustedes el manejo de la transferencia en clínica hoy? ¿Y cómo se resguarda el deseo del analista sin caer en tecnicismos vacíos o en el acting desde roles de autoridad simbólica desvitalizados?
Gracias de antemano por las respuestas. Agradeceré cualquier bibliografía o referencia clínica también.

