Tengo un hijo de 15 años que últimamente está muy retraído, pasa casi todo el día en su cuarto, conectado al celular o la computadora. Cuando intento hablar con él, me responde con monosílabos o se muestra molesto. No estoy segura de hasta qué punto debo dejarlo solo y respetar su espacio, y cuándo estoy fallando como madre al no intervenir más. No quiero asfixiarlo, pero tampoco quiero que se pierda en malas influencias o sienta que no puede contar conmigo. ¿Cómo se equilibra eso? ¿Hay señales claras para saber cuándo actuar o cuándo confiar y dejar que él maneje las cosas solo? Agradezco ejemplos concretos o estrategias prácticas que pueda aplicar en casa para mejorar la comunicación y reforzar la conexión sin generar más distancia. También me preocupa que este desapego sea una señal de algo más grave como depresión o ansiedad. ¿Cómo lo detecto sin invadir demasiado?